EMOCIONES

 Estamos constituidos de emociones: desde que nos levantamos sentimos alegría, envidia, miedo o asco constantemente. Son responsables de las lágrimas por una escena de una película, son aquellas que nos hacen saltar de alegría o que nos encogen el corazón detrás de esa melodía o ese libro... El ser humano es pura emoción.

 En la antigua Grecia pasión y razón eran dos componentes totalmente antagónicos y se estudiaban por separado, idea que se ha mantenido con el paso de los siglos llegando a que incluso hoy en día emoción (pasión) y cognición (razón) se sigan viendo como entidades separadas. Pero el cerebro humano nos ha demostrado que ambas están muy entrelazadas. La emoción es fundamental para las funciones cognitivas como el aprendizaje y la memoria o la toma de decisiones. Definir emoción no es una tarea sencilla y toda definición presenta defensores y detractores, de forma general, entendemos las emociones como estados funcionales del cerebro que ayudan a regular de manera flexible la interacción con el entorno y las relaciones sociales. Son, por lo tanto, las herramientas necesarias para generar respuestas. Esta descripción ya indica que van ligadas a la parte racional de nuestro cerebro, pero también de nuestro cuerpo, ya que las respuestas fisiológicas que generan las emociones se manifiestan de muchas formas como el sudor, el temblor, la sonrisa, etc.

 A nivel cerebral, al ser responsables y formar parte de tantos procesos, el control de las emociones está relacionado con diferentes regiones que en su conjunto conforman el sistema límbico. El cual está compuesto por una serie de zonas a las que se les ha asignado clásicamente la actividad emocional: amígdala, múltiples regiones de la corteza frontal, tálamo, hipotálamo, etc. A pesar de que la amígdala ha sido considerada tradicionalmente como el centro cerebral de las emociones, todas las regiones funcionan integradas. Un ejemplo es la respuesta frente a una posible agresión: la amígdala es la principal responsable de procesar esta información pero estructuras como el tálamo y el hipotálamo facilitan que se generen respuestas rápidas. Mientras tanto, otros sistemas se activan para poder generar una respuesta energética gracias a un incremento de adrenalina. Además, el hipotálamo entra en acción al recordar si el estímulo es o no peligroso.

 A nivel teórico, hoy en día siguen existiendo debates sobre las emociones y su clasificación, nomenclatura, etc., que engloban no sólo a neurólogos y psicólogos, sino también a sociólogos, filósofos, etc., dejando bien clara la compleja comprensión de estas. Hay clasificaciones sencillas que dividen las emociones en positivas o negativas, aunque incluso en esta sencilla categorización también hay debate por todos que consideran la existencia de emociones neutras. La clasificación según la naturaleza de la emoción más aceptada es la propuesta por Paul Ekman en base a las emociones faciales.

 Las emociones universales son seis: alegría, miedo, ira, asco, tristeza y sorpresa.

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